jueves, 28 de octubre de 2010

El capullo del retrovisor

Pues que quereis que os diga. Opino que la carretera, el íntimo acto de la conducción de un coche, resulta para mí la foto mas feaciente de todo lo malo que el ser humano lleva en sí. No hacen falta grandes catrástofes, guerras ni violaciones en masa, para demostrarme cada día que dentro de cada uno de nosotros –me incluyo, por supuesto- hay mucha bilis y mala baba que, simplemente está mal canalizada (quiero pensar así).
            Creo que los años, a parte de canas y arrugas, me han dado un buen poso de cordura, que extrapolado al volante, hace que sea un tipo pausado y pacífico en el asfalto. Sin embargo sigue ahí mi mala leche. Y mas cuando veo esas pequeñas injusticias que ocurren delante de uno a cada momento: el personaje que te adelanta por la izquierda para inmediatamente girar en la primera salida a la derecha; el tipo que es mas listo que nadie y se salta el semáfor en rojo, aunque él jurará por sus muertos que estaba en ambar; y sobre todo el capullo del retrovisor.
            Llegado a este punto debo sentenciar que esto que pretendía ser un humilde artículo de opinión, pasa a ser desde este instante en una carta. Al capullo, claro.

            Pues sí, colega. Alguna vez casi llegas a engañarme, y pienso si no estaré falto de reflejos y  llego a resultar ser un obstáculo en la carretera. Pero no; no me la pegas; porque siempre es igual. Si hay un ochenta y yo voy a noventa, tú, que eres la hostia, vas a cien. Si hay un ciento veinte, y yo voy a cientotreinta, tu vas a cientocuarenta, porque sigues siendo la hostia.
            Hasta ahí lo aguanto bien: llegas, me pasas y sigues. Todo correcto.  Pero cuando no me puedes pasar ....; ay amigo!, eso ya es un problema; porque claro, como eres la hostia, te pegas al culo de mi coche achuchándome para que corra más. Supongo que sería inútil decirte que no sirve de nada el ir como vas, que delante mío hay otros tres mil que van a seguir frenándote. Así que me limito a aguantar el tirón lo mejor que puedo, buscando como alma en pena un sitio donde escabullirme y dejarte pasar, porque sé que si me tocas nos vamos a hacer mucho daño.
            Y no puedo evitar pensar, qué le vamos a hacer, que lo mejor sería que te estamparas de una vez por todas contra un árbol, pero tú solo. Aunque este pensamiento tan negativo no lo digo en voz alta porque hace feo de cara  a  la galería. Aunque, creeme, sí que lo pienso.

1 comentario:

  1. UUUUFFFFF!!!! Cuántos hay por esta viña... Y lo peor cómo muy bien dices es que se creen que van sobrados... Yo, que tengo que pasar por los veranos por un sitio conflitivo me da muchísima rabia que todos esos caras te adelanten por mi derecha y los demás todos haciendo cola ... y lo peor es que terminan atascando y la cola se hace inmensa... Si te consuela, todos padecemos lo mismo...¡Ánimo! y a seguir.Un abrazo

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