viernes, 10 de septiembre de 2010

El cielo.

   Hemos comido una resplandeciente bandeja de ostras sobre una cuna de hielo picado. El vino era blanco, frío y afrutado. Nuestras papilas ha disfrutado con el sabor a limón y mar. Y nuestros sentidos se han enervado tras dos copas generosas de blanquillo que nos hemos abrochado entre pecho y espalda.   
   Dios mío, que fácil es estar en el cielo!.


   El camarero ha acercado la bandeja de los frutos del mar con actitud solemne. Ha procedido igual con el vino: ha traído un recipiente con hielo y agua, y ha introducido la botella lentamente, procurando que el vidrio golpease con los cubitos produciendo ese clic, clic, augurio de próximos placeres. Lo ha cubierto con un paño y se ha retirado a un lateral observándonos con sonrisa cómplice. Pienso que, a lo mejor, es el mismísimo diablo que ha venido a tentarnos.
   Lo dicho:     qué fácil es estar en el cielo!!!.

(Certamen Internacional de literatura hiperbreve "Rioja y los cinco sentidos").

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