Estos troles no pudieron por menos que retrotraernos a aquellos años 60 entre Rentería y Donostia. Los de entonces eran unos vehículos a los que se accedía por la puerta de atrás, te atendía un cobrador sentado en una taquilla adosada a un lateral, y te entregaba un billete diminuto fabricado en un cartón de un material que hoy definiríamos como "reciclado". Y, claro está, no eran articulados.
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